La II Guerra Púnica
Las Guerras Púnicas son una serie de tres guerras libradas entre Roma y Carthago en los años 264 a 146 antes de Cristo. A la vez, fueron probablemente las más grandes guerras que habían tenido lugar.
El término Púnica proviene del Latin Pūnicī nombre usado por los romanos para hacer referencia a los carthagineses, descendientes de los Fenicios
La principal causa de las Guerras Púnicas fue el choque de intereses entre el imperio carthaginés existente y la ampliación de la República Romana. Las victorias de Roma sobre Carthago en estas guerras le dio un estatus preeminente que conservaría hasta el siglo quinto.
Consecuencias de la I Guerra Púnica
En los años siguientes a la Primera Guerra Púnica, Roma arrebato Córcega y Cerdeña a Carthago y obligó a los carthagineses a pagar unas indemnizaciones incluso mayores que la que tuvieron que pagar justo al final de la guerra. No obstante, bajo el mandato de Amílcar Barca, su hijo Aníbal y su sobrino Asdrúbal, Carthago adquirió una nueva base en la Península Ibérica, desde donde podrían volver a entablar una guerra con Roma. La capital: Qart-Hadast, la actual Cartagena.
El desencadenamiento de la guerra
En el siglo III a.C. el Ebro separaba las zonas de influencia romana y carthaginesa. Sagunto era una ciudad situada a 160 Km. al sur del río Ebro y por tanto en el área de influencia carthaginesa. Los saguntinos estaban divididos en dos fracciones (una pro-romana y otra pro-púnica), Aníbal, conocedor de este hecho, procuró no intervenir en la ciudad. La situación cambió con la ejecución en Sagunto de los partidarios de Carthago y viendo que los saguntinos instigaban a los pueblos vecinos bajo influencia carthaginesa. Temiendo la reacción de Aníbal, Sagunto pide ayuda a Roma, quien envía una embajada a Qart-Hadast que declara Sagunto bajo protección romana. Aníbal rechaza la petición romana y se prepara para tomar la ciudad. Tras ocho meses de sitio, Aníbal toma Sagunto, lo que desencadena la II Guerra Púnica. Por si quedaba alguna duda, Aníbal traspasa el río Ebro en Junio del año 218 a.C.
Aníbal en Italia
Como Roma controlaba el mar Mediterráneo, Aníbal dirigió sus tropas por tierra a través de la Península Ibérica y de la Galia, atravesando los Alpes y llegando al valle del rio Po en el 218 a.C. con 20,000 infantes y 6,000 hombres de caballería. El ejército de Roma intentó frenar su avance pero fue derrotado y el control de Aníbal del norte de Italia quedó establecido.
En el 217 a.C., Aníbal, reforzado por tropas tribales de las Galias, marchó hacia el sur. En lugar de atacar Roma directamente, donde seguramente hubiera tenido muchas oportunidades de ganar, se dirigió hacia Capua, la segunda ciudad más grande de Italia, con la esperanza de incitar a su población a rebelarse. Ganó varias batallas, pero aun se resistía a atacar la ciudad de Roma, incluso después de haber aniquilado un inmenso ejército romano en Cannas en el 216.
Esta derrota contribuyó a unir la resistencia romana. Una brillante estrategia defensiva liderada por Quintus Fabius Maximus Cunctator permitió inquietar a los carthagineses sin presentar batalla. Así, los dos ejércitos permanecieron anclados en la península itálica hasta el 211 a.C., año en el que Roma recuperó la ciudad de Capua.
Fin de la presencia carthaginesa en Italia
En el 207 a.C., Asdrúbal, siguiendo la ruta de Aníbal a través de los Alpes, llegó al norte de Italia con otro enorme ejército, apoyado por ligures y galos. Asdrúbal avanzo hacia el sur para unirse a Aníbal con la intención de atacar Roma. Roma, aun exhausta por la guerra, organizó una nueva leva de soldados y envió este nuevo ejército contra Asdrúbal. Gaius Nero, al mando del ejército del sur de Roma, se desplazo hacia el norte y derrotó a Asdrúbal en la ribera del rio Metauros. Aníbal mantuvo su posición en el sur de Italia hasta el año 203 a.C., cuando se le ordenó volver a África; Italia quedaba libre de tropas enemigas por primera vez en 15 años.
La guerra fuera de Italia
Durante la larga campaña, la lucha continuó también en Cerdeña y Sicilia, que se habían convertido en la principal fuente de alimentos de Roma. Ayudados por una sublevación interna, Carthago restableció su presencia en Siracusa en el año 215 a.C., manteniéndola hasta el 210
a.C.
Al mismo tiempo, en la península Ibérica, Roma mantenía la presión sobre la plaza fuerte de los Carthagineses. El general romano Publio C. Escipión ganó una decisiva batalla en Ilipa (la actual Alcalá del Río, muy cerca de Sevilla) en el año 206 a.C. y expulsó a los carthagineses fuera de la península.
La guerra se desplaza a África
Tras esta victoria, Escipión decidió invadir el territorio carthaginés de África. Desembarcó en África en el 204 a.C., estableciendo una cabeza de playa. El Consejo Carthagines ofreció la rendición, pero la anularon en el último momento, poniendo todas sus esperanzas en la última batalla.
El enorme ejército carthaginés, dirigido por Aníbal, fue derrotado en Zama. Los carthagineses aceptaron las condiciones de Escipión para firmar la paz: Carthago era obligada a pagar una indemnización y a entregar su flota, y la península Ibérica y las islas del Mediterráneo eran cedidas a Roma.
Conclusiones sobre la Segunda Guerra Punica
Quizás la principal debilidad de los carthaginéses fue su incapacidad para incorporar a los otros pueblos a su cultura, Esto significaba que tenían que depender de mercenarios en lugar de una gran población local. Los territorios conquistados por Roma, por el contrario, tenían un fuerte sentido de identidad. Al tener Roma una gran población rural justo antes del comienzo de las Guerras Púnicas, cada vez que los romanos eran derrotados eran capaces de reclutar a otro enorme ejército,
Carthago nunca más osó desafiar la hegemonía de Roma sobre el Mediterráneo y dejó de ser una gran potencia, Medio siglo más tarde, sería conquistada completamente por Roma en la Tercera Guerra Púnica, que consistió en el sitio y posterior destrucción de la ciudad de Cartago por Roma.
El término Púnica proviene del Latin Pūnicī nombre usado por los romanos para hacer referencia a los carthagineses, descendientes de los Fenicios
La principal causa de las Guerras Púnicas fue el choque de intereses entre el imperio carthaginés existente y la ampliación de la República Romana. Las victorias de Roma sobre Carthago en estas guerras le dio un estatus preeminente que conservaría hasta el siglo quinto.
Consecuencias de la I Guerra Púnica
En los años siguientes a la Primera Guerra Púnica, Roma arrebato Córcega y Cerdeña a Carthago y obligó a los carthagineses a pagar unas indemnizaciones incluso mayores que la que tuvieron que pagar justo al final de la guerra. No obstante, bajo el mandato de Amílcar Barca, su hijo Aníbal y su sobrino Asdrúbal, Carthago adquirió una nueva base en la Península Ibérica, desde donde podrían volver a entablar una guerra con Roma. La capital: Qart-Hadast, la actual Cartagena.
El desencadenamiento de la guerra
En el siglo III a.C. el Ebro separaba las zonas de influencia romana y carthaginesa. Sagunto era una ciudad situada a 160 Km. al sur del río Ebro y por tanto en el área de influencia carthaginesa. Los saguntinos estaban divididos en dos fracciones (una pro-romana y otra pro-púnica), Aníbal, conocedor de este hecho, procuró no intervenir en la ciudad. La situación cambió con la ejecución en Sagunto de los partidarios de Carthago y viendo que los saguntinos instigaban a los pueblos vecinos bajo influencia carthaginesa. Temiendo la reacción de Aníbal, Sagunto pide ayuda a Roma, quien envía una embajada a Qart-Hadast que declara Sagunto bajo protección romana. Aníbal rechaza la petición romana y se prepara para tomar la ciudad. Tras ocho meses de sitio, Aníbal toma Sagunto, lo que desencadena la II Guerra Púnica. Por si quedaba alguna duda, Aníbal traspasa el río Ebro en Junio del año 218 a.C.
Aníbal en Italia
Como Roma controlaba el mar Mediterráneo, Aníbal dirigió sus tropas por tierra a través de la Península Ibérica y de la Galia, atravesando los Alpes y llegando al valle del rio Po en el 218 a.C. con 20,000 infantes y 6,000 hombres de caballería. El ejército de Roma intentó frenar su avance pero fue derrotado y el control de Aníbal del norte de Italia quedó establecido.
En el 217 a.C., Aníbal, reforzado por tropas tribales de las Galias, marchó hacia el sur. En lugar de atacar Roma directamente, donde seguramente hubiera tenido muchas oportunidades de ganar, se dirigió hacia Capua, la segunda ciudad más grande de Italia, con la esperanza de incitar a su población a rebelarse. Ganó varias batallas, pero aun se resistía a atacar la ciudad de Roma, incluso después de haber aniquilado un inmenso ejército romano en Cannas en el 216.
Esta derrota contribuyó a unir la resistencia romana. Una brillante estrategia defensiva liderada por Quintus Fabius Maximus Cunctator permitió inquietar a los carthagineses sin presentar batalla. Así, los dos ejércitos permanecieron anclados en la península itálica hasta el 211 a.C., año en el que Roma recuperó la ciudad de Capua.
Fin de la presencia carthaginesa en Italia
En el 207 a.C., Asdrúbal, siguiendo la ruta de Aníbal a través de los Alpes, llegó al norte de Italia con otro enorme ejército, apoyado por ligures y galos. Asdrúbal avanzo hacia el sur para unirse a Aníbal con la intención de atacar Roma. Roma, aun exhausta por la guerra, organizó una nueva leva de soldados y envió este nuevo ejército contra Asdrúbal. Gaius Nero, al mando del ejército del sur de Roma, se desplazo hacia el norte y derrotó a Asdrúbal en la ribera del rio Metauros. Aníbal mantuvo su posición en el sur de Italia hasta el año 203 a.C., cuando se le ordenó volver a África; Italia quedaba libre de tropas enemigas por primera vez en 15 años.
La guerra fuera de Italia
Durante la larga campaña, la lucha continuó también en Cerdeña y Sicilia, que se habían convertido en la principal fuente de alimentos de Roma. Ayudados por una sublevación interna, Carthago restableció su presencia en Siracusa en el año 215 a.C., manteniéndola hasta el 210
a.C.
Al mismo tiempo, en la península Ibérica, Roma mantenía la presión sobre la plaza fuerte de los Carthagineses. El general romano Publio C. Escipión ganó una decisiva batalla en Ilipa (la actual Alcalá del Río, muy cerca de Sevilla) en el año 206 a.C. y expulsó a los carthagineses fuera de la península.
La guerra se desplaza a África
Tras esta victoria, Escipión decidió invadir el territorio carthaginés de África. Desembarcó en África en el 204 a.C., estableciendo una cabeza de playa. El Consejo Carthagines ofreció la rendición, pero la anularon en el último momento, poniendo todas sus esperanzas en la última batalla.
El enorme ejército carthaginés, dirigido por Aníbal, fue derrotado en Zama. Los carthagineses aceptaron las condiciones de Escipión para firmar la paz: Carthago era obligada a pagar una indemnización y a entregar su flota, y la península Ibérica y las islas del Mediterráneo eran cedidas a Roma.
Conclusiones sobre la Segunda Guerra Punica
Quizás la principal debilidad de los carthaginéses fue su incapacidad para incorporar a los otros pueblos a su cultura, Esto significaba que tenían que depender de mercenarios en lugar de una gran población local. Los territorios conquistados por Roma, por el contrario, tenían un fuerte sentido de identidad. Al tener Roma una gran población rural justo antes del comienzo de las Guerras Púnicas, cada vez que los romanos eran derrotados eran capaces de reclutar a otro enorme ejército,
Carthago nunca más osó desafiar la hegemonía de Roma sobre el Mediterráneo y dejó de ser una gran potencia, Medio siglo más tarde, sería conquistada completamente por Roma en la Tercera Guerra Púnica, que consistió en el sitio y posterior destrucción de la ciudad de Cartago por Roma.